Nuestros patrones de pensamiento y de conducta vienen de nuestra cultura, nuestra crianza, vida familiar, experiencias y más que nada de nuestras elecciones sobre el que, cómo, cuándo y de qué forma queremos ser y parecer.
Para mí la experiencia de vivir en amor con un noruego y ahora vivir en su país es una constante maravilla de aprendizaje que me reta.
Veo niños caminar solos por las calles con mochila al hombro en rumbo y de regreso a sus escuelas, solos y tranquilos.
Veo las casas sin muros, simples cerquitas que definen los límites.
Veo la simpleza de una sociedad que se edifica en las bases del socialismo y se reinventa.
Veo que toma lo mejor de su pasado y lo transforma.
Veo un equilibrio con su naturaleza.
Veo también que, debido a su clima extremo, influencía a su gente y sus emociones.
Veo a los ojos un país más que me destempla las ideas preconcebidas.
En los países Nórdicos existe una ley ficticia que fue creada por un escritor danés/noruego Aksel Sandemose en su novela (Un refugiado sobre sus límites) (1933), en la que retrataba su ciudad natal a principios del siglo XX.
Esta ley impregnó las culturas danesa, noruega, sueca, países en los que se desaprueba que una persona se considere o sea mejor (en inteligencia, fuerza, belleza, o cualquier otra cualidad o habilidad) que las demás.
Existen varios matices y niveles de esta ley, pero es importante leer más allá de las palabras y ver el fin de estas normas de conducta que edifican una de las regiones más estables, felices y equitativas del mundo:
- No pienses que eres especial.
- No pienses que eres especial para nosotros.
- No pienses que eres más listo que nosotros.
- No te creas mejor que nosotros.
- No pienses que sabes más que nosotros.
- No pienses que vales más que nosotros.
- No pienses que vales para algo.
- No te rías de nosotros.
- No creas que alguien debe ocuparse de ti.
- No creas que puedes enseñarnos algo.
Mi forma de ver este decreto es la fuerza del sentido de comunidad, igualdad. El ‘nosotros’ somos ‘uno’ y esa es mi forma de verlo para mí sin filosofar demasiado. Y eso es notable su sentido de colaboración y la importancia de la comunidad.
Esa comunidad que es toda una región, países, ciudades, distritos. Esta ley rige al día de hoy las maneras de ser y pensar en este país. Y sus códigos sociales de convivencia.
Sol Medina Kalvøy

Tengo espíritu aventurero y explorador llevo en Europa 15 años, soy mama de 3 milagros adorables, feliz y retadoramente casada con un vikingo. Me encanta poder conectarme de corazón a corazón cuando escribo y vivo.